En lo que llamamos "Génesis
de la Gastronomía de Servicio", hace muchos años ya, se cimentaron muchas
de las normas y costumbres que debían tener los camareros hacia el cliente;
fueron y serán modelo a seguir muchas de ellas; sin embargo, siempre denuncié que
hubo una decisión que modificó todo y dejó la puerta abierta para que se colara
la peor de las miserias humanas: la avaricia.
Fue cuando alguien decidió crear
las plazas o dividir el salón dándole a cada camarero cuatro mesas para atender.
Consecuencia: limitó su profesión, y su mente también.
Si fue intencional o no, ya no
importa, la realización de ese simple acto todo lo cambio, los camareros comenzaron a pelear
por las mesas cercanas a la vidriera o las que más elegían los clientes. Tras
continuas peleas por hacer más propina, se estableció que cada uno se quedara
con la propina que hacía.
Fue el tiro de gracia al
principio de compañerismo y camaradería entre colegas.
Mientras existan plazas en el salón, los camareros crearán guetos, se pelearán entre ellos, se descalificarán.
El dinero destruyó y seguirá
destruyendo a nuestros camareros.
Tras décadas observando el salón
puedo afirmar que ningún camarero puede ser compañero por más de tres jornadas
o turnos, siempre se peleara con alguno de sus pares o bien se desgana y deja
de colaborar. Intencionalidad o negación?, ambas tal vez, pero parte de su
psiquis también aporta pensamientos del tipo: ¡Se está llevando toda la propina y encima tengo que ayudarlo! (Vox
Populi entre los misántropos que dicen ser camareros).
Formar camareros con mentalidad
de Salón y No con mentalidad de cuatro mesas es el gran desafió.
Brigada de camareros "Los Hermanos" |